Newton Rauseo Díaz

Arquitecto, Doctor en Arquitectura (ambos en la Universidad Central de Venezuela, UCV), Maestría en Artes, Diploma de Postgrado (ambos en Diseño Urbano, Oxford Brookes University, Inglaterra). Profesor Titular e Investigador en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, UCV. Amplia experiencia en el ejercicio profesional de la planificación urbana y del diseño urbano en Venezuela.

Universidad Central de Venezuela

Área de Estudios Urbanos / Escuela de Arquitectura Carlos Raúl Villanueva

Correo electro. newrau@gmail.com

Resumen

Partimos por concebir a todo asentamiento humano como un medio o sistema producto de la producción social de la sociedad que asienta, como hábitat artificial materializado sobre un espacio natural ecológico. La ciudad -o medio urbano- es el hábitat de concentración humana que -desde la villa o burgo como totalidad producida por la sociedad feudal occidental- ha evolucionado como asiento de la sociedad capitalista desde la modernidad, con su modo-modelo propio de vida. La planificación del hábitat en el siglo XX alcanzó relativamente poco los objetivos de prever un buen desarrollo que beneficiara a todos los habitantes, en particular en la ciudad. Planteamos una relación dialéctica planificación-gestión, y algunos paradigmas en las dimensiones del habitar el ecosistema, a ser considerados por entes de la planificación social de la sociedad, para un nuevo hábitat que ofrezca la máxima felicidad posible para sus habitantes.

  1. Introducción

La relación espacio-sociedad del hábitat moderno, en la Venezuela del siglo XX, ha sido aquella producida por gestión de entes dominantes (el Estado y su poder político, y la Sociedad Civil y su poder económico), y dominados (la Sociedad Comunitaria y su poder social). Los procesos de producción de hábitats están fundamentados en la práctica social[1] y en la práctica espacial de una estructura impuesta por el modo de producción capitalista que produce morfología diversa en los hábitats urbano, rural, indígena y otros.

La práctica social del poder dominante favoreció la explotación devastadora del espacio ecológico (extractivismo de hidrocarburos) y la consolidación de una sociedad dividida en clases sociales, alienada en la inmediatez del consumo artificial en la medida que el ingreso familiar lo permitía. La gestión de sus agentes y sujetos planificadores (públicos, privados) no escaparon de ello en la producción de ideas y propuestas del deber ser del hábitat: proporcionaron soluciones relativamente abstractas en tanto divorciadas de las realidades concretas de la mayoría de la población, focalizadas en la alienación al marco económico dominante, prestando poca atención al marco social imperante, a los rápidos cambios productivos y a las transformaciones globales en la dialéctica cultura-tecnología que el capitalismo imponía a la sociedad y su hábitat -en espacial el urbano- y sus consecuencias positivas-negativas. Pretendieron justificar la deformada visión retrospectiva de la realidad fenomenológica de la dialéctica ciudad-sociedad con la excusa de la rápida dinámica cambiante que imponía la situación capitalista mundial; entonces, la realidad -lejos de ser motivo estimulador e impulsador de cambios valederos- se convirtió en resignación a la mercantilización y al hecho paralizante de ideas y de praxis, de utopías y de nuevos paradigmas de mejorar la calidad de vida de los habitantes. La ciudad materializada como mero objeto comercial del capitalismo debe ser superada.

Nuestra visión de la dialéctica espacio-sociedad, en tiempos de transición social, está en el análisis científico de la realidad social y en la prospectiva paradigmática de la dialéctica mejor hábitat-mejor sociedad como utopía[2] factible. Hacemos una reflexión para potenciar la importancia de estudiar la realidad Habitar-Habitante-Hábitat. La aplicación de esta trialéctica[3] es necesaria por todo grupo social como totalidad estructurada en búsqueda de la realidad, hacia un nuevo sistema que posibilite la utopía ecosistémica de la trialéctica Ecología-Comuna-Hábitat para garantizar la felicidad social.

Habitar en el sentido de permanencia socio-cultural, cotidiana en un territorio natural; espacio de residir, de producir, morada constante de manera de cubrir habitualmente las necesidades y deseos de todos los seres humanos individuales y en colectivo, de los habitantes del planeta Tierra en sociedad. Esto implica un modo de producción social sustentable y sostenible del lugar a habitar.

Con habitantes nos referimos a los seres humanos que habitan en producción del espacio en la Tierra, ya sea en forma individuo-familia dispersa en la superficie geográfica -el medio rural- o concentrada en la misma -el medio urbano-, o de forma particular a etnias ancestrales -el medio indígena-. Hacemos una consideración sobre la necesidad de superar la forma de dominio del medio urbano sobre el medio rural y cualquier otro medio de asentamiento humano impuesta por el capitalismo.

Hábitat concebido como medio físico artificial, aquel medio natural modificado por los habitantes de una sociedad -que es manifestación de relaciones sociales de producción específica (ej. capitalista en el siglo XX, con dominio del lucro)-, hacia otra donde domine la vida digna de todos los sujetos-objetos sociales; y de sus formas de asentamientos -urbanos, rurales, indígenas, otros- que, además de ser reflejo y símbolo de su práctica social y su práctica espacial, condiciona significativamente estas prácticas. Hábitat como medio para asentar a la humanidad y sus procesos espacio-tiempo-sujeto-objeto-praxis de lo social, lo económico, lo político, lo cultural para determinar lo físico y viceversa.

  1. Planificación y gestión

Nuestros análisis críticos nos llevan a creer crucial -para quienes ejercen el oficio de la planificación- que en el abordaje del tema habitar tome relevancia la visión humanista, la aproximación de aquellos actores (teóricos, vecinos) que proporcionan diversas percepciones, concepciones y vivencias para conocer-entender la lógica de los asentamientos humanos, que no es sólo la lógica del capital. Concebimos la gestión como proceso estratégico y la planificación como instrumento (empírico, científico) técnico, elaborado por entes (privado, público, comunitario, otros) para la administración-contraloría del hábitat en el tiempo. Particularizamos el hábitat urbano.

La gestión es determinante en los procesos de urbanización. Por ello, planteamos como paradigma del habitar el espacio urbano una nueva lógica que debe ser la lógica del espacio social urbano, en oposición a la lógica hegemónica del espacio del capital en lo urbano. Nuevas relaciones a concebir, a producir, para la transformación de las existentes. Las relaciones entre los miembros de la naturaleza (atmosfera, clima, tierra, agua, plantas, animales, humanos) son dialécticas. Tratamos la dialéctica en la relación (contradicción) de producción fundamental en el capitalismo: sociedad humana-naturaleza vs. relación (contradicción) propiedad-capital-trabajo.

Concebimos que los procesos `formales´ de gestión urbana (bajo modo de gestión institucional y/o co-gestión) comienzan cuando se gestan ideas para obtener productos necesarios y deseados (físicos, sociales, económicos, políticos, culturales), se continúan con las diligencias de planificación, proyectos, y materialización de estos, y se extienden con la administración y contraloría de dichos productos en el tiempo. En contraste, los procesos `no formales´ de gestión urbana (autogestión) siguen un modo más espontáneo, propio del caso. En nuestro análisis detectamos tres entes de gestión social global en la producción y transformación social del hábitat venezolano: la Sociedad Civil, la Sociedad Comunitaria y el Estado, y sus respectivos agentes y actores. Estos no actúan de forma homogénea, directa, lineal como gestores productivos de la totalidad de la morfología social, económica, política, física, cultural urbana; sino más bien de forma heterogénea, dialéctica, que tiene sus acciones, reacciones y contradicciones propias de cualquier proceso del capitalismo. En algunos casos se produce el dominio de uno o dos agentes y actores respecto al(os) restante(s), todo dependerá de los procesos de urbanización y de la fenomenología histórica del hábitat estudiado; es decir, el estudio de la relación entre los hechos (fenómenos) sociales y el ámbito en que ocurrieron estos en un espacio real concreto y en un tiempo determinado.

Al respecto, exponemos algunas ideas a estudiar más a fondo:

-Profundización del análisis crítico de la evolución -en la modernidad del siglo XX como antecedente inmediato- de la relación (contradicción) humanidad-naturaleza en la sociedad venezolana dentro del contexto social urbano, rural e indígena; con una visión prospectiva para el siglo XXI a raíz de la realidad de nuevos procesos de cambios socio-políticos.

-Diagnóstico de la práctica social capitalista -propiedad-capital-trabajo-, como consecuencia del análisis anteriormente planteado, y su acción en la práctica espacial de la sociedad: morfología social, morfología económica, morfología política, morfología física, morfología cultural. Hacer énfasis en el hábitat urbano como realidad concreta de la evolución social venezolana.

-Se plantea la gestión como acción participativa y activa de agentes y actores involucrados en la producción social del espacio en un territorio, para la materialización empírica o científica de planes, programas, proyectos, y la ejecución de ellos, como parte de la producción social del hábitat; como práctica social para materializar la práctica espacial y sus morfologías. La gestión como proceso colectivo antes que individual y segregativo.

-Desarrollo de teorías sobre tipos de gestiones interactuantes, no excluyentes; como hipótesis que buscan explicar una realidad concreta en su objetivo de alcanzar una verdad.

.La gestión social como proceso estratégico de producción y transformación social: que materializa instrumentos técnicos-políticos producidos por entes urbanos para la gerencia y la ejecución material de productos y obras. Entes que ejercen la administración-contraloría de los mismos en el tiempo.

.La gestión social corporativa como modo de incluir agentes-actores y factores (privados, estatales, comunitarios, otros) necesarios para la consecución de metas y objetivos urbanos como hábitat para todos los habitantes.

-La gestión social sustentable basada en las tareas necesarias para detectar recursos, fortalezas y potencialidades productivas endógenas del habitar el territorio estudiado: naturales, ambientales, socioeconómicos-culturales, financieros, etc., para la materialización morfológica del espacio físico social. La sustentabilidad vista no como un recurso para el capital, sino como una necesidad social para sostenibilidad de fuentes de vida en la Tierra para siempre; como la administración de todo en el tiempo, para ser aprovechados en el presente con una visión de preservarlos y reproducirlos para el bienestar y poder perenne de la gente, que pueda ser traspasado de generación en generación.

Concebimos la planificación urbana como gestión social colectiva en el sentido de intervención de lo político (el Estado) sobre la articulación específica de las diferentes instancias de una formación social (la Sociedad Civil, la Sociedad Comunitaria), en el seno de unidades colectivas urbanas existentes (parroquias, desarrollos residenciales, barrios pobres, centros productivos) de reproducción de la fuerza de trabajo, con el fin de asegurar su reproducción ampliada, de tolerar las contradicciones no antagónicas y regular con justicia social las antagónicas, asegurando así la realización de los intereses de la sociedad conjugado a la formación social y la reorganización del ecosistema urbano. Todas ellas son utopías alcanzables. En donde son notables las fallas es en la ejecución y administración, por un lado de los decretos oficiales, y por otro, de los objetos-bienes producidos por los agentes estatales. Ya no se trata de prometer políticamente algo que no va a cumplir con las expectativas de la comunidad, ni va a significar las grandes inversiones, ni las intervenciones macros, mega soluciones, proyectos monumentales para enaltecer el ego y alcanzar intereses de actores políticos, empresarios, planificadores, etc. Es necesario la acción multiplicadora de lo urbano (físico espacial, social, económico, cultural) como resultado de una nueva concepción de gestión, revalorizando espacios físicos, beneficios socio-productivos, inversiones varias, satisfacción de la salud, de la educación, del sano ocio; es decir, calidad urbana, y en consecuencia, calidad de vida. Una clave está en el espacio público abierto como estructurador del espacio social. Es ineludible el estudio e implementación de nuevos modelos de gestión activa para la consecución de objetivos en donde estén representados todos los entes.

Sabemos que en la relación realidad-utopía de la dialéctica espacio-sociedad, los planes y proyectos urbanos son lo que sus planificadores quieren que sean; por tanto, es importante la participación de agentes y actores comprometidos socialmente para definir complejidad, intereses, modelo compartido, continuidad en la gestión, importancia de presupuestos, estrategias. Por ejemplo, orientar los asuntos de la vivienda en función de la planificación urbana en términos de principios como: respeto a la naturaleza; desarrollo sustentable; organización comunitaria; ordenación social del hábitat urbano. Es decir, al hacer Ecología-Comuna-Hábitat, las políticas del habitar se están orientando hacia dimensiones más relacionadas con el derecho y los deberes de los habitantes al hábitat; ya que el centro no es sólo el ser humano como individuo, como convenientemente se enfoca los asuntos urbanos en el capitalismo, sino la sostenibilidad del ecosistema. En la práctica, urbanización y vivienda se complementan; bastaría conocer en qué ocasiones es prioridad la una sobre la otra, pero siempre funcionando conjugado como totalidad. La vivienda surge con alguna prioridad, una vez definido el proceso de urbanización. Las familias, previamente registradas y caracterizadas, tendrán la oportunidad de participación activa en la toma de decisiones del diseño de su hábitat colectiva e individual, dentro de una oferta tipológica en función de sus formas de habitar, de densidades habitantes/construcción definidas bajo premisas que establezcan sustentabilidad de los recursos existentes y exigidos para el hábitat urbano en el tiempo.

Planeamiento y Gestión Corporativa, como medio de guiar la interrelación y protagonismo activo entre los actores involucrados, en especial los habitantes organizados en comunidades. Donde lo básico de la planificación sea la valorización de lo existente en lo físico (espacio abierto-edificado) y en lo no físico (socioeconómico-cultural) que debe fortalecerse por razones de calidad de vida ambiental; por lo que tiene de significado para los habitantes, sin descartar nuevas intervenciones de apoyo a estas razones. Flexibilidad de acciones como medio de incorporar procesos sociales que surgen en el tiempo, por la propia dinámica de la sociedad, imposible e inconveniente de controlar absolutamente por la planificación. Especial atención debe ser prestada a instrumentos y mecanismos de información, promoción, difusión, comunicación y contraloría entre los entes planificadores y gestores, y las comunidades sujeto-objeto de la planificación y gestión.

Gestión Sustentable y sostenible, basada en la administración-contralora de fortalezas y potencialidades existentes en el sitio: patrimonios naturales, humanos y culturales; de forma que puedan ser aprovechados en el presente con la visión de preservarlos y fomentarlos para su provecho en el futuro. Es decir, como fuente inagotable de riquezas; en donde la comunidad como sujeto (cognitivo, líder, decisorio) pueda ser poder en el sentido de decisión, mantenimiento, control de su territorio en el tiempo; que ese poder pueda ser pasado de generación en generación, amparado en la Constitución, Leyes, Ordenanzas. La dinámica que lo sustenta es: la fuerza social de las organizaciones comunales; los procesos descentralizadores de los agentes del Estado; los objetivos sociales y económicos de la Sociedad Civil; los objetivos sociales de la Sociedad Comunitaria; la democratización de las decisiones; la materialización de proyectos de estructura física, y de apoyo a las actividades que se realizan en hábitats urbanos; el marco jurídico y de gestión que garantice la continuidad de los procesos. Todos ellos trabajando como un sistema participativo, teniendo al hábitat como marco ecológico de actuación directa.

  1. Dimensiones de planificación

Hablar de planificación es referimos a la acción científica de prever lo mayor y máximo posible -en las Ciencias Sociales- el deber ser en las actividades de la sociedad y en el hábitat humano. La planificación vista como miembro activo de una totalidad que es la producción social del espacio social, de esa gran y mayor obra de arte de 5

civilización que es el hábitat humano y, para nuestro interés, el hábitat urbano. Los factores y elementos actuantes en los procesos productivos de la vida social, de la vida del colectivo, en donde se adecua la vida individual, la vida familiar, deben estar insertos en la planificación. Los elementos fundamentales a considerar por la planificación en los procesos de urbanización lo identificamos en cinco vértices: la propiedad de la tierra; los procesos de producción (reproducción)-transformación de los objetos urbanos; los procesos de distribución-intercambio de dichos objetos; los procesos de consumos de los mismos y; los procesos de administración en el tiempo de los objetos producidos.

Exponemos algunos asuntos de nuestra visión urbana prospectiva y paradigmática en cinco dimensiones:

– Dimensión ecológico-ambiental

Compartimos la idea de algunos estudiosos, como Manuel Barroso (S/F), en la concepción de que los seres humanos pertenecemos a la naturaleza y olvidarlo sería alienarnos a su destrucción. Además, el 2º Plan de la Patria (2013, 14) en su V objetivo, establece “[…] la necesidad de construir un modelo económico productivo ecosocialista, basado en una relación armónica entre el hombre y la naturaleza, que garantice el uso y aprovechamiento racional y óptimo de los recursos naturales, respetando los procesos y ciclos de la naturaleza”. El nuevo orden humanístico buscará evaluar, generar y aplicar soluciones sociales a los asuntos ambientales bajo la visión de preservación del ecosistema como patrimonio socioeconómico, su uso bajo criterios sustentables y sostenibles. Se plantea materializar planes e intervenciones estructurantes (función-gestión del Estado) de dotación de componentes macros y medios a escala regional y urbana; y complementarios (función cogestionada Estado-comunidades) como: áreas de protección ambiental; forestación de territorios regionales y urbanos; eliminación y prevención de agentes depredadores del ambiente; mitigación de riesgos naturales y geotécnicos; selección, depósito, reciclaje de desechos sólidos para su reutilización; planes estratégicos tecnológicos eco-ambientales.

– Dimensión político-social

La práctica real ha demostrado que la actual división política territorial no se corresponde con la realidad funcional concreta, ni con la ciudad como totalidad social. Caracas, por ejemplo, como capital de la Nación, no debe ser una suma de municipios; es una totalidad compleja, política y socialmente. Es urgente rectificar su gestión, con una re-ingeniería territorial para disminuir su dependencia, y una planificación global, con la estructuración de un nuevo Distrito-región Capital que conjugue el área metropolitana y los estados Vargas y Miranda, indispensables para su abastecimiento y funcionamiento. Necesidad de nuevos paradigmas sobre el llamado capital social; pero también, sobre la transformación, sin mercantilismo, del mercado inmobiliario y los procesos de financiamiento en la producción de tierra urbanizada. En cuanto a relaciones sociales, un asunto ineludible es la propiedad de la tierra y de los bienes urbanos en la reformulación de algunas políticas estatales. Mientras no se defina la conveniencia de que la vivienda sea considerada <medio> en la producción social, el tema de su propiedad será engorroso para el cambio social. Se atenderá la socialización de la propiedad inmueble, que considere diversas formas de propiedad colectiva: de la tierra, bienhechurías, construcciones, superando la concepción de propiedad privada individual del mercantilismo. La adjudicación de vivienda dejará explicito la propiedad del inmueble familiar, vecinal y comunal, con claros derechos y deberes en cuanto a gestión corresponsable de los espacios físicos del hábitat urbanizada. El Estado fortalecerá con planificación social la gestión social, mediante: atención rápida y eficiente a las demandas de consumo social necesario y justificado (alimento, salud, equipamiento); formación de conciencia social y fortalecimiento organizativo para materializar el Poder Popular; capacitación de la comunidad para la autogestión; instrumentar la acción directa e indirecta en las decisiones urbanas; fortalecer la cogestión estipulada en la Ley de las Comunas, para acelerar la ejecución de las diversas escalas de ordenamiento y desarrollo físico, para la atención a las necesidades de la mujer, los niños, los adultos mayores, los discapacitados, los indigentes y otros; incorporar profesionales de las Ciencias Sociales, económicas y humanísticas a los planes, programas y proyectos urbanos, con el fin de potencializar nuevos modos de relaciones sociales y mejorar la calidad de vida.

– Dimensión económico-productiva

Es necesario conformar un ecosistema equilibrado, asumido con una visión sistémica Ecología-Comuna-Hábitat, que estimule y fortalezca relaciones sociales de producción que considere no sólo la productividad, sino también la vida en colectivo como expresión de cultura social de masas acorde a su naturaleza ambiental. Los territorios para la producción serán sólo aquellos con potencialidades productivas sustentables acorde a su medio ambiente natural, y sostenibles acorde a las escalas de productividad. Hay que desarrollar y equipar los territorios urbanos de centros y ejes socio-productivos en función con centros y ejes de socio-consumo, para el fortalecimiento de cadenas temáticas productivas. La política habitacional será planificada bajo el paradigma de que la vivienda es un componente ineludible de las unidades económicas-productivas. Se plantea la industrialización de la construcción, priorizando tecnologías propias bajo recursos naturales regionales del territorio venezolano. Es imperativo planes y programas estructurantes y complementarios para: materializar espacios productivos de bajo impacto ambiental; activación y 6

desarrollo de diversas formas de propiedad de producción social; grupos de intercambio solidario; libre asociación de productores; cogestión para la producción; adecuación del sistema educativo-formativo a un modelo productivo social, de apoyo tecnológico, apoyo financiero; sistema de distribución alternativos (estatales, comunales) de insumos y productos; sistema de consumos (intermedio, final); servicios para incrementar capacidad productiva comunal; programas de desarrollo tecnológico: industrialización de la producción primaria, de la construcción, autoconstrucción, prefabricación, etc.; articulación al tejido industrial urbano de empresas sociales de producción micro e intermedia, de abastecimiento social, de transporte social.

– Dimensión físico-funcional

El proceso de urbanización puede potencializar las fortalezas actuales detectadas en la base de datos obtenidos por el Estado, de esta vez con énfasis en dotación cualitativa. Los espacios públicos sociales pueden ser rectores de los privados, para dignificar la vida urbana. Privilegiar las manzanas-Comunas antes que las parcelas-familias, como praxis de lo colectivo antes que lo individual; no sólo el diseño físico urbano, también la gestión de los procesos de consecución y administración de un hábitat digna. Ningún espacio quedará sin gestor asignado. La comunidad organizada puede ejercer la administración-control de su hábitat. La manzana es receptora de viviendas, pero también de usos y actividades complementarias: socio-productivos, servicios, ocio, etc., convenientes y necesarios a los habitantes. El diseño urbano resultará de las formas de vida de los sujetos culturales acorde a su sitio ecológico, con mezcla de usos y actividades no contaminantes en el patrón unitario urbano. Las nuevas densidades poblacionales y constructivas privilegiarán el criterio de ciudad compacta, alta densidad a baja altura, en función de potencialidades naturales e intereses humanísticos; aplicar tecnologías apropiadas al contexto geográfico-climático, cultural, socio-productivo, físico urbano, donde se produce el hábitat. Sabiendo el poder simbólico-significativo del espacio físico artificial, se impulsará una arquitectura ambiental que responda a necesidades sociales nacionales, a características ecológicas locales, con tecnologías apropiadas a materias primas regionales; resultando tipologías arquitectónicas ambientalistas. El hábitat y su arquitectura representarán un medio para dar al venezolano una base segura a su existencia, como significado socio-cultural, como obra, como arte, con valor de uso, y menos de cambio. Aplicación de materiales y equipamientos duraderos, maximizando la estética arquitectónica-urbana. Industrialización de insumos constructivos para la producción masiva de viviendas. Intervenciones estructurantes y complementarias para dotación de: redes de infraestructura (aguas potable y servida, energía, gas, teléfonos, etc.); sistema de espacios y movilidad pública (peatonales, vehiculares, transporte, etc.); equipamientos para asentamientos metropolitanos, distritos-motores, comunales (salud, educación, recreación, deporte, seguridad, ocio, los que demande la tríada mujer-niño-adulto mayor.); viviendas con espacios socializados; otros para mejorar la vida.

– Dimensión socio-cultural

El hábitat venezolano es mestizo pues mestiza es la población que lo produce y se asienta en él. La complejidad humana hoy resulta del sincretismo cultural de los habitantes. Sus clases sociales, y estratos, tienen una trayectoria cultural que ha evolucionado con diversidad; en particular la clase popular que se fortalece como nueva cultura social. Se impulsará el compromiso de construir nuevos valores hacia una cultura colectiva, sin divisiones. Tarea esencial del proceso de urbanización serán los planes y programas estructurantes y complementarios para la reafirmación y consolidación de los caracteres que definen lo patrimonial en cada región, le dan identidad socio-cultural, con una conducta ética-estética reconocida por la gente; principalmente en el hábitat urbano. Para ello será preciso: incorporar la cultura y la identidad de las comunidades y sus modos de habitar en el proceso de producción, reproducción, transformación social de los hábitats humanos; promover la protección, rehabilitación, restauración, sostenibilidad, divulgación del patrimonio cultural desde el ordenamiento territorial; localización, adecuación y dotación de estructuras socio-físicas en zonas estratégicas para el cultivo del arte en todas sus manifestaciones (tradicional-costumbrista, clásico, contemporáneo); orientar la conformación de redes culturales y estrategias de intercambio y cooperación entre ellas; impulsar la utilización de espacios públicos sociales para la expresión y difusión de identidades, manifestaciones y producciones culturales y artísticas.

  1. Reflexión

El hábitat es centro social donde convergen, entre muchas cosas, ideologías, objetivos, intereses de sus habitantes, regidos por acuerdos de gestión para habitar.

La Planificación Social del Hábitat no es una panacea milagrosa, pero sí necesaria para prever eficazmente el futuro. La gestión-praxis social hacia nueva sociedad-hábitats, determinará y alcanzará objetivos cuantitativos y cualitativos de los agentes fundamentales de producción-transformación social: el Estado y las comunidades sujeto-objeto del hábitat, permeable a agentes privados interesados en asuntos sociales, todos buscando mejor calidad de vida en acción cogestionada-corresponsable. 7

El socialismo científico como sistema para la liberación humana, es una utopía compleja pero alcanzable. En transición se hace necesario evolucionar la abstracción de la dialéctica espacio-sociedad, dando un salto de realidad teórico-práctico-metodológico cuyo norte social sea la trialéctica Ecología-Hábitat-Comuna.

Referencias bibliográficas

– Barroso, Manuel. (S/F). “Autoestima: Ecología o catástrofe”. Caracas. Editorial Galac.

– Gómez de La Vega, Luis. (2009). “Una definición de la Trialéctica”. Recuperado el 13 de septiembre de 2017. http://la-trialectica.blogspot.com/2009/11/una-definicion-de-la-trialectica.html

– Lefebvre, Henri. (1991). “The Production of Space”. Oxford. Blackwell Publishing.

– Mannheim, Karl. (1973). “Ideología y Utopía: Introducción a la Sociología del Conocimiento”. Madrid. Editorial Aguilar.

– PSUV. (2013). “Plan de la Patria. Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación, 2013-2019”. Caracas.

[1]Acorde con Henri Lefebvre (1991), la práctica social es el accionar de la humanidad para producir el espacio social, espacio material, real, dominante; la práctica espacial es resultado del accionar de esta práctica social en espacio social, económico, político, cultural, físico, y sus morfologías.

[2]Acorde con Karl Mannheim (1973), quien considera utópicas las orientaciones que trascienden la realidad, las ideas que trascienden la situación, y que producen concretamente un efecto transformador en el orden histórico-social existente.

[3] “La Trialéctica, conocida también como Metodología Compleja, se fundamenta “en un modelo lógico/matemático, que partiendo de la concepción más abstracta interrelaciona sistémicamente todos y cada uno de los aspectos en los cuales subdividimos el quehacer existencial (nuestra vida en el mundo), estableciendo holística y funcionalmente la conjunción entre espacio/tiempo; energía/información y causa /efecto: Sistemas de Recursos Dimensionables y Relacionados (Los RDR), que responden a las preguntas que nos hacemos en el devenir, convertidas en Elementos Factores. Todo para dar explicación a lo abstracto conceptual: espacio/tiempo (dónde y cuándo); energía/información (los con quiénes y los con qué) y causa/efecto (por qué y para qué), que al ser diferenciados (cualitativamente) desagregados (cuantitativamente) e integrados (holísticamente) nuevamente en el Cómo Metodológico, indefectiblemente dan respuestas a la problemática existencial, en la búsqueda de la verdad, la realidad y la justicia. Soportados siempre en el marco referente de la Filosofía Integralista” (Gómez, 2009).